Es un trabajo que está en las fronteras de lo social y lo sanitario y que tiene una gran demanda.
El trabajo de asistente puede estar rápidamente a tu alcance si sigues un curso de formación. Lo recomendamos.
Por amor a los mayores o por el deseo de tener una actividad gratificante, cada vez más gente elige convertirse en cuidador de ancianos. Primer plano de una profesión en crecimiento.
Respondiendo a la alta demanda
El desarrollo de los sistemas de asistencia a domicilio ha permitido el despegue de la profesión de socorrista. Un trabajo que está en la frontera entre la atención social y la salud, y que tiene un gran potencial de reclutamiento.
¿En qué consiste?
El apoyo a los ancianos y/o a las personas dependientes en su lugar de residencia, así como en las instituciones no médicas, es la misión principal de los trabajadores sociales.
Así se involucran en la vida diaria de las personas que cuidan, ayudando con su vestimenta, comidas, tareas domésticas e incluso sus movimientos y todo lo que ya no pueden hacer solos.
Una profesión del sector social cuyo objetivo es mantener en casa a los pacientes que, sin esta asistencia, no podrían mantener su autonomía.
La estimulación de este último, a través de excursiones o actividades, también puede volver a él, así como la facilitación de los vínculos sociales.
El trabajo del auxiliar de vida se realiza en colaboración con un equipo multidisciplinario, compuesto por médicos, un trabajador social, personal paramédico, etc.
Es posible una evolución hacia el puesto de técnico de intervención social y familiar o asistente de cuidados.
El perfil del cuidador (o de la familia)
Aunque el 98% de esta profesión la ejercen las mujeres, no obstante está abierta a todos, siempre que se aprecie el contacto con los ancianos o las personas con dificultades.
Por lo tanto, los aspectos humanos y relacionales están en el centro de esta profesión. Su habilidad para escuchar y su paciencia harán la diferencia y promoverán el bienestar de las personas que tu cuida.
Aunque es muy agradable, ser un cuidador puede ser difícil porque las tareas diarias que hay que realizar son diversas y a veces implican levantar grandes cargas. Para ello se requiere una buena resistencia física.
Por lo tanto, este profesional deberá ser autónomo, disfrutar del contacto humano y ser capaz de hacer frente a situaciones inesperadas de vez en cuando.

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